Una vez salí con mis amigos a una fiesta, y para ser honestos era en una zona de la ciudad peligrosa. Mis padres me habían dado permiso para llegar a las dos de la mañana, pero, ¿qué fiesta termina tan temprano?. Así que volví un par de horas más tarde. Cuando abrí la puerta estaba allí mí padre con cara de perro rabioso, y aunque temí que fuera a morderme entré lo más sobrio y tranquilo (o al menos lo intente) que pude.
- ¿Qué no te dije que a las 2?- me pregunto con un tono que parecía que incitaba a la guerra
-Sí, pero…
-¡Nada! ¡Vete a tu cuarto! ¡Estas castigado!
Aquella noche creí que papá estaba muy enojado, ahora sé que lo que en realidad tenía era miedo de que yo no volviera, ciertamente estaba preocupado por mi, pero igual tuve que cumplir mi castigo.
Para explicar lo anterior les platicaré sobre un tema muy interesante, existe algo que se llama Inteligencia Emocional que es la capacidad que tenemos todos (algunos parecen no tenerla) para identificar los sentimientos, en nosotros mismos y en los demás; en esta ocasión sólo nos enfocaremos en lo que pasa dentro de cada uno de nosotros, y a pesar de llevar la palabra “inteligencia” no tiene nada que ver con calificaciones o con el C. I., así que no hay desempolvar los libros.
La gran importancia de la inteligencia emocional radica principalmente en la capacidad de motivarnos a nosotros mismos y ser más perseverantes, más tolerantes a las frustraciones, tener control de nuestros impulsos, regular nuestros estados de ánimo, poder empatizar y confiar con los demás, pero sobre todo de ser honestos con nosotros mismos y con los demás.
Si mí padre aquella noche me hubiera dicho que no podía dormir porque estaba preocupado, yo (tal vez) hubiera podido platicar con el sobre esa preocupación, pero en vez de eso me encerré en mi cuarto súper enojado y maldiciéndolo hasta que me quede dormido.
Y lo mismo pasó con mí novia, yo creía que sentir celos era “normal” y que estar enojado por que ella salía con un amigo era algo que no podía controlar, hasta que “me di cuenta” que lo que en realidad sentía era miedo de que ella me dejara por otro hombre, y que tener miedo no tiene nada de malo, así que lo platique con ella y como por arte de magia ella lo comprendió. Por supuesto no dejo de ver a su amigo, pero ahora los tres nos llevamos muy bien.
En fin, en repetidas ocasiones descubrí que no sabía exactamente que era lo que sentía así que cada vez que estaba muy enojado, muy feliz o que cualquier sentimiento me abrumaba me preguntaba a mí mismo ¿Realmente estoy enojado/feliz? ¿Qué es esto que estoy sintiendo?
Créanme, saber identificar lo que estamos sintiendo en momentos de mucha tensión, ayuda a tomar mejores decisiones, incluso si ésta es no tomar una decisión, pero también ayuda a mejorar nuestras relaciones, tanto en el trabajo como personalmente, así que la próxima vez pregúntense:
¿Qué estoy sintiendo?
¿Realmente es “eso” lo que estoy sintiendo?
¿Puedo controlarlo?
Pero esto no queda ahí, esto es la mitad del camino para tener relaciones más sanas, la otra mitad es platicarlo.
Así que la próxima vez en lugar de tener un arranque de celos, una explosión de enojo, o un ataque de llanto, piensa en las preguntas anteriores y dependiendo de las respuestas ACTUA.
Nos vemos pronto……………………….